La meditación ambulante

La meditación ambulante

El caminar atentamente, en particular, se usa con frecuencia como uno de los ejercicios principales de Mindfulness y de meditación Vipassana. En los monasterios budistas y algunos centros de meditación hay casi siempre lugares especialmente reservados a la meditación ambulante, «veredas de meditación» de trazado recto y superficie bien allanada o pavimentada,  (para evitar rodeos y tropiezos que pueden ser fuente de distracciones), por las que los meditadores pueden ir y venir concentrando la atención en el movimiento de caminar.

La vereda de meditación no tiene que ser demasiado corta (no menos de 20 pasos como mínimo) para que no se interrumpa el ritmo con excesiva frecuencia cada vez que haya que dar la vuelta al final del recorrido, pero tampoco tiene que ser demasiado larga porque, sobre todo para un principiante, es difícil mantener la concentración durante un recorrido demasiado extenso. La longitud normal es de unos 30 a 40 pasos, aunque hay maestros en Tailandia que tienen veredas de hasta 60 pasos.

La meditación como terapia contra el dolorLa meditación como terapia contra el dolor

Sobre el modo de caminar hay diferentes escuelas con diferentes estilos.

Algunas prefieren caminar lento, otras natural. Dividen la pisada en 5 partes (levantar el pie, adelantarlo, acercarlo al suelo, apoyarlo, asentarlo) otras en 3 o 2… Lo más lógico es andar a un ritmo normal, pues nos ayudará a introducirlo en nuestra vida cotidiana cuando caminemos, y con respecto a dividir la pisada, de principio no es necesario, simplemente con ser consciente de como apoya el pie en el suelo es suficiente. Lo importante es que este ejercicio nos devuelva al aquí y al ahora.

Pero no hay que confundir esa concentración, con estar abstraído del mundo, todo lo contrario, nos debe hacer permanecer más consciente de la realidad que nunca. Es decir, cuando estemos practicando, debemos ser conscientes también de lo que ocurre a nuestro alrededor, de nuestros pensamientos, pero sin dejarnos llevar por ellos, ni enredarnos en dilemas mentales. En los retiros de meditación, se suele utilizar esta técnica como complemento a la meditación sentada, abriendo nuevas maneras de percibir el presente.

Introduciendo la meditación ambulante

Una manera sencilla de introducir la meditación ambulante, sin necesidad de veredas ni caminos, es simplemente dar un paseo consciente. Pasear es una manera extraordinaria de poder introducir nuestra consciencia en el momento presente, y además, podemos hacerlo cada vez que paseemos al perro o vayamos a la compra. Hay mil ocasiones a lo largo del día que podemos aprovechar para hacer este tipo de meditación y al cabo de pocas semanas, cada vez que paseemos, nuestra propia mente será la que nos calme y nos traiga de vuelta al presente cuando estemos enredados en nuestros propios pensamientos rumiantes.

Meditar caminando según Thich Nhat Hanh

Caminar en plena consciencia nos trae la paz y la alegría, y hace nuestra vida real…. Cada día caminas a alguna parte, de modo que añadir la meditación caminando a tu vida no te tomará un tiempo adicional ni requerirá que vayas a un lugar diferente.”

La mente puede ir en mil direcciones.
Pero sobre esta hermosa senda, camino en paz.
A cada paso, un suave viento sopla.
A cada paso, se abre una flor.

Constantemente caminamos, pero con frecuencia se trata más de un correr. Nuestros apresura­dos pasos imprimen sobre la tierra ansiedad y pesar. Si podemos dar un paso en paz, podemos dar dos, tres, cuatro y después cinco pasos por la paz y la felicidad de la humanidad y de la Tierra.

En la meditación caminando, caminamos tan sólo por disfrutar caminando. Caminar sin llegar, esta es la técnica. Hay una palabra en sánscrito, apranihita. Significa sin deseo, sin finalidad. La idea es que no ponemos nada frente a nosotros y corremos tras ello. Cuando practicamos la me­ditación caminando, lo hacemos con este espíritu. Disfrutamos del caminar, sin ninguna finali­dad o destino particular. Nuestro caminar no es un medio para conseguir un fin. Caminamos por el placer de caminar.

Nuestra mente tiende a lanzarse de una cosa a otra, como un mono que salta de una rama a otra sin detenerse a descansar. Los pensamientos tienen millones de caminos y nos arrastran al mundo del olvido. Si podemos transformar nuestra senda en un campo para la meditación, nuestros pies darán cada paso con plena consciencia. Nuestra respiración estará en armonía con nuestros pasos y nuestra mente se relajará fácilmente de forma natural. Cada paso que demos reforzará nuestra paz y alegría dando lugar a una tranquila corriente de energía que fluirá a través de nosotros. Así podremos decir, ‘a cada paso, un suave viento sopla’.

Se puede practicar la meditación caminando siempre que tengas que andar, aunque solo se trate desde el coche hasta el trabajo o desde la cocina al salón. Siempre que andes hacia algún sitio, deja un tiempo suficiente para practicar; si tardas tres minutos, date ocho o diez. Yo siempre que voy al aeropuerto me doy una hora extra para poder practicar allí la meditación caminando. Los amigos intentan retenerme hasta el último minuto, pero yo resisto. Les digo que necesito el tiempo. La meditación caminando es como comer. Con cada paso alimentamos nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Cuando caminamos con pesar y ansiedad, es como una espe­cie de comida basura. El alimento de la meditación caminando debe ser de alta calidad. Se trata solo de caminar despacio y disfrutar de un banquete de paz.

A.J. Muste dijo, ‘No hay un camino hacia la paz, la paz es el camino’. Caminar en plena consciencia nos trae la paz y la alegría, y hace nuestra vida real. ¿Porqué andar con prisas? Nuestro destino final no será otro que el cementerio. ¿Porqué no caminar en la dirección de la vida, disfrutando la paz en cada momento y a cada paso? No hay que esforzarse. Disfruta cada paso que das. Cada paso te trae al hogar del aquí y ahora. Este es tu verdadero hogar, porque únicamente en este momento, en este lugar, puede ser posible la vida. Ya hemos llegado.

La Tierra es nuestra madre. Cuando nos alejamos durante mucho tiempo de la madre natura­leza, enfermamos. Cada paso que damos en la meditación caminando nos permite entrar en contacto con nuestra madre, y así poder estar bien de nuevo. Mucho daño se ha hecho a la ma­dre tierra de modo que es tiempo de besar la Tierra con nuestros pies y sanar a nuestra madre.

Algunos de nosotros puede que no podamos caminar. Cuando practicamos la meditación cami­nando en nuestros retiros, cada persona que no puede andar elige alguien que está practi­cando la meditación caminando para mirarle y hacerse uno con él, siguiendo sus pasos con consciencia plena. De este modo, da pasos serenos y pacíficos junto con su compañero, aun cuando él o ella misma no puedan caminar.

Los que tenemos dos piernas no debemos olvidar estar agradecidos. Caminamos por nosotros mismos y caminamos por aquellos que no pueden caminar. Caminamos por todos los seres vivos, pasados, presentes y futuros.

La meditación ambulante
Puedes caminar con tus mascotas y meditar con la naturaleza

Practicando la meditación al caminar

Cuando se comienza la práctica de la meditación caminando, puede que te sientas desequili­brado, como un niño que da sus primeros pasos. Sigue tu respiración, vive con consciencia plena en tus pasos, y pronto encontrarás tu equilibrio. Visualiza un tigre caminando lentamente y verás que tus pasos se hacen tan majestuosos como los suyos.

Quizás te gustaría comenzar la práctica de la meditación caminando por la mañana, dejando que la energía del aire puro matinal entre en ti. Tus movimientos se harán más suaves y tu mente más alerta. A lo largo de todo el día, verás que tienes una mayor consciencia de tus ac­ciones. Cuando tomas decisiones después de la meditación caminando verás que tienes más calma y más claridad, y dispones de una mayor comprensión y compasión. Con cada paso que des, todos los seres, cercanos y lejanos, se beneficiarán.

Cuando camines, pon atención a cada paso que des. Camina lentamente. Sin prisas. Cada paso te lleva al mejor momento de tu vida. En la meditación caminando, practicamos ser conscientes del número de pasos que damos con cada respiración. Nota cada respiración y cuantos pasos das en cada inspiración y en cada espiración. En la meditación caminando adaptamos nuestros pasos a nuestra respiración y no al contrario. Cuando inspires, da dos o tres pasos, dependiendo de la capacidad de tus pulmones. Si tus pulmones quieren dos pasos en la inspiración, da exactamente dos pasos. Si te sientes mejor dando tres pasos, da los tres pasos. Cuando espires, escucha también tus pulmones. Percibe cuantos pasos quieren tus pulmones al espirar.

Generalmente la inspiración es más corta que la espiración. Así que podrías comenzar tu práctica con dos pasos para la inspiración y tres para la espiración: 2-3; 2-3; 2-3. O, 3-4; 3-4; 3-4. Tras unos minutos nuestra respiración se hará, de forma natural, más lenta y relajada. Si sientes la necesidad de dar un paso más en la inspiración date la oportunidad de disfrutarlo. Siempre que sientas la necesidad de dar un paso más con la espiración, hazlo también. Cada paso debe ser un disfrute.

No intentes controlar tu respiración. Deja a tus pulmones tanto tiempo y aire como necesiten y simplemente cuenta los pasos que necesitas dar mientras se llenan tus pulmones y los que nece­sitas también para vaciarlos, manteniendo una consciencia plena, tanto de tus pasos como de tu respiración. La conexión es contar.

Cuando se camina cuesta arriba o cuesta abajo, el número de pasos por respiración cambiará. Sigue siempre la necesidad de tus pulmones. Obsérvalos con profundidad. No olvides la práctica del sonreír. Una media sonrisa traerá calma y deleite a tus pasos y a tu respiración, al tiempo que ayuda a mantener la atención. Después de practicar media o una hora verás que la respiración, el recuento, los pasos y tu media sonrisa se juntan fácilmente. Tras un tiempo de práctica verás que la inspiración y la espiración se van igualando en longitud. Los pulmones estarán más sanos y la sangre circulará mejor. Tu forma de respirar se habrá transformado.

Podemos practicar la meditación caminando contando pasos o usando palabras. Si el ritmo de nuestra respiración es, por ejemplo, de 3-3, podemos decir interiormente, ‘flor de-loto florece, flor de-loto florece’ o ‘el planeta verde, el planeta verde’ conforme vamos andando. Si nuestro ritmo respiratorio es de 2-3 podríamos decir, ‘flor de-loto. Flor de-loto florece’. Si estamos dando cinco inspiraciones y cinco espiraciones, podríamos decir: ‘caminando sobre el planeta verde. Caminando sobre el planeta verde’. O ‘caminando sobre el planeta verde. Estoy cami­nando sobre el planeta verde’ para 5-6.

No nos limitamos a decir las palabras. Sino que visualizamos las flores abriéndose bajo nuestros pies. Nos hacemos uno con nuestro planeta verde. Usa tu creatividad y sabiduría para crear tus propias frases. Aquí hay algunas de las que escribí:

La paz está en cada paso.
El brillante sol rojo es mi corazón.
Cada flor sonríe conmigo.
Cuan verde y fresco todo lo-que crece.
Qué fresco sopla el viento.
La paz es cada paso.

Cada día caminas a alguna parte, de modo que añadir la meditación caminando a tu vida no te tomará un tiempo adicional ni requerirá que vayas a un lugar diferente. Elige un lugar, (una escalera, un camino, o la distancia entre un árbol y otro) para hacer meditación caminando todos los días. Cualquier trayecto sirve para practicar la meditación caminando.

Fuentes: La meditación budista de Amadeo Solé-Leris y tnhspain.org

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3 comentarios. Dejar nuevo

  • Ciertamente la caminata es una manera de ir desarrollando la meditación activa, no se trata solamente de meditar en una postura determinada. Tambien es necesario llevar la meditación a nuestro diario vivir, a la acción. Recuerdo que mi maestro siempre no decía eso, no basta con el zazen en el Zendo, necesario es hacer todas nuestras actividades diarias en zazen.

    Saludos.

    Genkai.

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  • Muy necesario este artículo…pienso en cuantas personas sienten sus pies cuando caminan…
    El yoga, como la meditación hacen que tomemos conciencia de cosas tan básicas como sentir los pies al caminar, y eso, es estar en el momento, aquí ahora.
    Gracias por compartirlo.
    Saludos,
    Ivonne

    Responder
  • La clave, tal y como yo la veo, es en tomar ciertos hábitos diarios que solemos hacer inconscientemente, como puertas para estar presente. El pasear puede ser una de esas puertas que tenemos a nuestra disposición a diario. Pero como bien decís, hay muchas más. Gracias por comentar.

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