La depresión es una de las principales causas de discapacidad en el mundo y afecta a cientos de millones de personas. Pero más allá de los diagnósticos clínicos, también existe un amplio número de personas que, sin llegar a cumplir los criterios de depresión mayor, sufren síntomas leves o moderados que influyen en su bienestar diario. Comprender qué ocurre en el cerebro de quienes padecen tanto depresión como bajo estado de ánimo es esencial para mejorar la salud mental pública y prevenir trastornos más graves.
Un reciente estudio con jóvenes adultos ha arrojado luz sobre una posible conexión entre la depresión y los niveles de creatina en el cerebro, así como con el volumen de materia gris en una región clave: la corteza prefrontal.
Creatina: más que un suplemento deportivo
La creatina es una sustancia que el cuerpo produce de manera natural y que se encuentra principalmente en los músculos y en el cerebro. Su función principal es servir como reserva de energía rápida: ayuda a regenerar el ATP, la molécula que alimenta la actividad celular. Por eso es tan conocida entre los deportistas, pero su papel en el cerebro ha despertado gran interés en los últimos años.
Distintos estudios han mostrado que la creatina cerebral puede variar en función de hábitos o enfermedades. Por ejemplo, el tabaco, el consumo de cocaína o cannabis, la esquizofrenia o incluso la ansiedad pueden alterar sus niveles. Sin embargo, hasta ahora se sabía poco sobre su relación con la depresión.
El estudio: cómo se midió la relación entre creatina y depresión
Para explorar esta conexión, los investigadores reclutaron a 84 jóvenes adultos sin diagnóstico psiquiátrico. A todos se les pasó la escala DASS (Depression, Anxiety and Stress Scale), que evalúa el nivel de depresión, ansiedad y estrés. Además, se les realizó una resonancia magnética estructural y otra espectroscópica (1H-MRS), que permite medir sustancias químicas en regiones concretas del cerebro.
El foco se centró en la corteza prefrontal medial, una zona implicada en el control de las emociones, la motivación y la toma de decisiones, que suele estar alterada en personas con depresión.
Resultados principales
Los resultados fueron claros: los participantes con puntuaciones más altas en depresión tenían menores concentraciones de creatina en la corteza prefrontal. Además, también mostraban menor volumen de materia gris en una zona concreta del lóbulo frontal derecho, el giro frontal medial superior.
Por otro lado, se observó una correlación positiva entre la cantidad de creatina y el volumen de materia gris: cuanto mayor era la creatina, mayor era la masa cerebral en esa región. Esto sugiere que ambos factores podrían estar relacionados en el mantenimiento de la salud neuronal y el equilibrio emocional.
Curiosamente, la ansiedad y el estrés no mostraron relación con la creatina ni con el volumen cerebral, lo que indica que estos efectos parecen ser específicos de la depresión.
Qué significa esto para la salud mental
El hallazgo es relevante porque refuerza la idea de que la depresión no solo tiene una base psicológica, sino también biológica y energética. El cerebro necesita grandes cantidades de energía para mantener sus funciones, y la creatina es una pieza esencial en ese proceso. Si los niveles cerebrales de creatina son bajos, las neuronas pueden funcionar con menos eficiencia, especialmente en zonas como la corteza prefrontal, que participa en el control del ánimo.
Estos resultados también pueden ayudar a explicar por qué algunos estudios previos encontraron que la suplementación con creatina puede mejorar los síntomas depresivos. Por ejemplo, investigaciones con mujeres tratadas con antidepresivos mostraron que añadir 5 gramos diarios de creatina durante ocho semanas aumentaba el efecto del fármaco. Otros ensayos han señalado mejoras en la energía mental y el estado de ánimo, aunque los resultados no siempre han sido consistentes, en parte por el tamaño reducido de las muestras o por la duración limitada de los tratamientos.
El papel de la corteza prefrontal
La corteza prefrontal es una de las zonas más estudiadas en relación con la depresión. Se sabe que regula la atención, la motivación y el control emocional, y que su deterioro está vinculado a la dificultad para experimentar placer o tomar decisiones. Numerosos estudios de neuroimagen han demostrado que las personas con depresión suelen tener menor volumen de materia gris en esta área.
El nuevo trabajo sugiere que la baja creatina podría estar implicada en este proceso estructural. Es decir, una deficiencia energética crónica en las neuronas del lóbulo frontal podría contribuir tanto a su pérdida de volumen como a los síntomas de bajo estado de ánimo.
Limitaciones y precauciones
Aunque los resultados son prometedores, el estudio tiene limitaciones. No se trata de una muestra clínica de pacientes diagnosticados con depresión mayor, sino de un grupo de personas con distintos grados de síntomas, lo que permite detectar patrones generales pero no establecer relaciones causales. Además, el trabajo es transversal, es decir, mide a los participantes en un único momento, sin poder determinar si la baja creatina causa la depresión o si es una consecuencia de ella.
Tampoco se analizó la dieta ni la suplementación previa, factores que pueden influir en los niveles de creatina cerebral. Por tanto, hacen falta más estudios para confirmar si aumentar la creatina —ya sea mediante suplementación o cambios metabólicos— puede realmente prevenir o aliviar la depresión.
Una posible vía terapéutica
Si futuras investigaciones confirman esta relación, la creatina podría considerarse una herramienta complementaria en el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo, especialmente en casos leves o resistentes a los antidepresivos convencionales. Su bajo coste, buena tolerancia y disponibilidad la convierten en una opción atractiva.
Más allá de su uso terapéutico, este trabajo invita a reflexionar sobre la importancia del metabolismo energético en la salud mental. El cerebro no solo necesita neurotransmisores en equilibrio, sino también energía suficiente para funcionar correctamente. Mantener una alimentación adecuada, practicar ejercicio físico y cuidar el descanso podrían ser pilares básicos para sostener ese equilibrio bioenergético.
La ciencia sigue desentrañando cómo pequeñas variaciones en el metabolismo cerebral pueden alterar el estado de ánimo. Entender este vínculo entre la energía y las emociones podría abrir una nueva etapa en la comprensión de la depresión, no como un fallo químico aislado, sino como un desajuste global del funcionamiento del cerebro.
Fuentes:
https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/20503121221091276
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23081900
https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyt.2019.00727/full
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6586735










