La Ceremonia del Té
En el Shojiki Dojo practicamos Aikido, que es una rama más del enorme y delicado árbol de las disciplinas japonesas. Hay muchos métodos tradicionales en Japón, entre otros: el arte de la arquería, la caligrafía, el sable, el arreglo floral, el camino del incienso, la peregrinación etc. A lo largo de este artículo, trataremos del Chado o Camino del Té.
"Yo soy el universo". O´Sensei, Morihei Ueshiba, (Gran maestro fundador del Aikido).
Mediante el acto de reflexión y toma de conciencia, la ceremonia del té, aporta algo más que componentes nutricionales. El té enseña a esperar, a desarrollar la paciencia y la sensibilidad, a valorar las pequeñas cosas.
Citamos a continuación las palabras del maestro de té Kakuzo Okakura: En nuestro lenguaje coloquial, se dice del hombre insensible a los episodios, jocosos o sensibles, del drama individual de la vida, que "le falta té". Y por el contrario se condena al esteta absurdo que, indiferente a la humana tragedia, se abandona al empuje de sus emociones diciendo de él que, "tiene exceso de té".
El ambiente en la sala de té es esencial para el desarrollo de la ceremonia. Tradicionalmente, la casa de té es una humilde choza. Entra aquí a jugar el concepto japonés de wabi-sabi, la belleza de la imperfección. El camino que conduce a la entrada de la sala es irregular, los pocos adornos son asimétricos, incompletos; para que la imaginación y la creatividad del que asiste a la ceremonia trabaje en completarlos. Se valora lo efímero, lo impermanente, lo inacabado. Continuemos escuchando las palabras del maestro Kakuzo Okakura: La simplicidad de la sala de té y la ausencia absoluta de trivialidad en la misma hacen de ella un verdadero santuario contra las fricciones del mundo exterior. Allí y solamente allí, puede un hombre consagrarse sin cortapisas a la adoración de la belleza. (...)
La Ceremonia del Té
Antes de servir el té, el oficiante de la ceremonia dice:
Ippuku sashi agemasu, fórmula que, en este contexto, significa: "me gustaría servirles el té".
Se sirve primero a la persona de mayor rango, quien se disculpa del resto de asistentes por ser el primero en beber y pronuncia la palabra osakini, que es una fórmula de educación japonesa que viene a significar: "disculpa si voy delante".
El té no se bebe a la ligera, se sostiene el cuenco recibido sobre la mano izquierda, se gira ligeramente para mostrar el arte del alfarero al resto y se pronuncia la frase Ote mae cho dai itashimasu; "gracias por su consideración, voy a beber su té".
La taza de té que sostienen mis manos, contiene el universo entero.
Es en este contexto cultural, trasladado a nuestro dojo Shojiki, en la provincia de Sevilla, donde intentamos emular la ceremonia del té. Estamos empezando, son nuestros primeros pasos, nuestra ceremonia es incompleta, aunque intentamos vivirla en plena consciencia para alcanzar un estado de armonía en cuerpo y mente. Si algo tiene nuestra ceremonia es que expresa el sentido del wabi-sabi, esa belleza de lo imperfecto.
Terminaremos recordando, de nuevo, las palabras del maestro de té Kakuzo Okakura:
¡Ahora, más que nunca, hacen falta salas de té!
Rafael Téllez Romero.
Publicado anteriormente en:
Bibliografía recomendada: John Stevens (2005): Paz Abundante. Editorial Kairós Kakuzo Okakura (2003): El Libro del Té. Versión de Norberto Tucci. Ediciones Librería Argentina. Morihei Ueshiba (2009): El Arte de la Paz. Editorial Kairós. Morihei Ueshiba (2010): El Corazón del Aikido. Dojo Ediciones. Thich Nath Hanh (2014): Hacia la Paz Interior. Editorial Debolsillo.
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