El fascinante y enigmático mundo de Tumo, una práctica de respiración milenaria, se ha popularizado en los últimos años a través de diversas plataformas. Esta técnica ancestral, utilizada por yoguis y monjes en el Himalaya, permite generar calor interno en el cuerpo, desafiando las condiciones más gélidas de la naturaleza y las comprensiones científicas convencionales hasta hace relativamente poco tiempo. No solo exploraremos la historia y los métodos de Tumo, sino que también abordaremos las razones por las cuales este conocimiento, profundamente arraigado en la espiritualidad y la disciplina mental, ha permanecido en gran medida oculto y en peligro de extinción.
Orígenes y Documentación Histórica de Tumo
La práctica de Tumo no es una invención reciente; sus métodos tienen una antigüedad documentada de al menos mil años, incluso 1.200 años. La primera documentación conocida se atribuye a un individuo llamado Naropa, quien hace aproximadamente 1.100 años emprendió una peregrinación espiritual. Naropa se encontró en el Himalaya, enfrentándose a la necesidad de calentarse en temperaturas bajo cero sin la ayuda de abrigos o vestimenta adecuada, y recurrió a esta práctica. Desde entonces, Tumo se consolidó como una técnica vital en los monasterios del Himalaya, donde se mantuvo durante siglos como un medio para mantener la temperatura corporal central en condiciones de frío extremo.
La necesidad de Tumo era puramente práctica al principio: ¿cómo puedo mantener mi temperatura corporal cálida en estas temperaturas bajo cero si no tengo una chaqueta o ropa adicional? Sin embargo, la práctica trascendió la mera supervivencia, integrándose en un camino espiritual que requería una profunda conexión entre el cuerpo y la mente.
Alexandra David-Néel: La Pionera Occidental
La existencia de Tumo permaneció en gran medida desconocida para el mundo occidental hasta principios del siglo XX, cuando una figura extraordinaria la trajo a la luz. Se trata de Alexandra David-Néel, una cantante de ópera franco-belga, anarquista y feminista, entre muchas otras facetas. En los años 1900, en un acto que fue «inaudito para la época», David-Néel, en sus cuarenta, se embarcó en una peregrinación espiritual de 14 años en el Himalaya. Durante este tiempo, descubrió Tumo.
David-Néel hizo afirmaciones asombrosas sobre las capacidades que adquirió a través de esta práctica. Afirmó ser capaz de no comer ni beber nada a elevaciones superiores a los 18.000 pies y de caminar durante aproximadamente 19 horas seguidas. Naturalmente, estas afirmaciones fueron recibidas con escepticismo, ya que «no había verificadores de hechos» en ese entonces para probarlas, y «nadie le creyó» inicialmente.
Validación Científica de Tumo: Herbert Benson de Harvard
El escepticismo en torno a Tumo y las hazañas de David-Néel persistieron durante décadas hasta la década de 1980, cuando el Dr. Herbert Benson de Harvard escuchó suficientes historias sobre estas prácticas. Benson, movido por la curiosidad científica y la acumulación de relatos, decidió viajar para investigar a estos monjes en persona. Sus investigaciones proporcionaron la validación empírica tan esperada. Benson descubrió que los monjes eran capaces de hacer «exactamente lo que se les había dicho que debían hacer» durante miles de años.
Lo más sorprendente de los hallazgos de Benson fue que los monjes podían ralentizar su metabolismo en un 60%, una tasa «más baja que cualquier otra que se haya medido antes». Esta capacidad de controlar el sistema nervioso autónomo y la función metabólica a un nivel tan profundo era revolucionaria y desafiaba la comprensión médica moderna. Videos de monjes sin camisa en habitaciones frías, sudando, e incluso secando sábanas mojadas sobre sus cuerpos en solo media hora utilizando únicamente la respiración, se convirtieron en pruebas visuales irrefutables de la eficacia de Tumo.
La Técnica Monástica de Tumo: Una Práctica Compleja y Mentalmente Exigente
La técnica de Tumo practicada por los monjes es descrita como «muy complicada» y requiere una profunda dedicación. A diferencia de algunas versiones más accesibles, la de los monjes Bön Tumo implica un enfoque específico en la ralentización del sistema nervioso. Los practicantes se concentran en un «fuego interno» dentro del cuerpo, combinando respiraciones lentas con una intensa visualización. A veces, las exhalaciones son un poco más pronunciadas.
La complejidad no reside solo en la respiración, sino fundamentalmente en el componente mental. La práctica monástica de Tumo es en gran medida una práctica mental. Implica disfrutar de la respiración y mantener un «proceso de pensamiento» específico. Los monjes deben visualizar «un fuego dentro de su vientre» y mover el abdomen hacia adentro y hacia afuera de una manera particular. Lograr esta visualización y mantener ese nivel de concentración durante el tiempo necesario «lleva mucho tiempo». De hecho, se sugiere que hay «como 20 pasos» que se deben seguir para dominar correctamente esta práctica.
Para aprender esta versión auténtica y compleja de Tumo, es imprescindible la guía de un maestro cualificado. La reticencia a compartir el conocimiento se debe, en parte, a la preocupación de que el mundo «lo comercializaría» y lo trivializaría. Los monjes parecen preferir «mantener algunas cosas en su bolsillo trasero», preservando la pureza y el propósito espiritual de la práctica.
Tumo y el Método de Wim Hof: Similitudes y Diferencias Cruciales
También establecemos un contraste con una versión moderna y ampliamente conocida de una práctica similar: el método de Wim Hof. Si bien el método de Wim Hof busca el mismo objetivo de generar calor interno, lo hace a través de un enfoque diferente en el sistema nervioso. Mientras que los monjes Tumo ralentizan el sistema nervioso, Wim Hof lo estimula.
La técnica de Wim Hof implica «30 respiraciones enormes», seguidas de una «retención de aliento» tan larga como sea posible, luego una «gran inhalación» y una retención de 15 segundos antes de exhalar. Una diferencia fundamental es la accesibilidad y el componente mental. El método de Wim Hof es «muy fácil y accesible» en parte porque permite al practicante «pensar en lo que quiera» mientras respira: «pensar en correos electrónicos, pensar en lo que vas a cenar». Siempre y cuando la respiración se realice de esa manera, los efectos se manifestarán.
En contraste, la práctica monástica de Tumo requiere pensar en cosas muy específicas, como la visualización del fuego interno y el movimiento abdominal preciso. Esta distinción subraya la profundidad del componente mental en la versión ancestral, que va más allá de la mera fisiología respiratoria.
El Peligro de Perder Conocimiento Ancestral
Una preocupante realidad es que estamos «en peligro de perder esto». La dificultad para acceder a la práctica monástica completa de Tumo y la posible inexactitud de la información disponible en línea, subrayan el riesgo de que este conocimiento ancestral se diluya y se pierda con el tiempo.
La práctica ancestral de Tumo representa una fascinante intersección entre la disciplina mental, la espiritualidad y la fisiología humana. A pesar de haber permanecido oculta durante siglos, documentada por pioneros como Alexandra David-Néel y validada científicamente por Herbert Benson, esta técnica de termogénesis interna demuestra el increíble potencial del ser humano para controlar su propio cuerpo.
El peligro de perder esta sabiduría ancestral es real, lo que nos invita a reflexionar sobre cómo mantener vivas estas prácticas para las futuras generaciones, reconociendo su valor no solo como una técnica de supervivencia, sino como un camino hacia una comprensión más profunda de nuestra propia naturaleza.








