El Tao es un concepto central en la filosofía y religión china, especialmente en el Taoísmo. Se puede entender como «el Camino» o «la Vía» del universo, la fuerza primordial o el principio subyacente que guía y da forma a toda la existencia. No es una deidad personal, sino una fuerza impersonal, inmutable e inmanente que fluye a través de todo, desde los fenómenos naturales hasta las interacciones humanas. Es el orden natural espontáneo y armonioso del cosmos, una realidad que trasciende la comprensión conceptual y el lenguaje, y que se experimenta a través de la intuición y la observación.
Vivir en armonía con el Tao implica cultivar la simplicidad, la espontaneidad y la no-acción (Wu Wei), que no significa inactividad, sino actuar sin esfuerzo forzado, dejándose llevar por el flujo natural de las cosas. Los seguidores del Taoísmo buscan alinearse con esta corriente universal, practicando la moderación, la flexibilidad y la aceptación del cambio, reconociendo que todo es parte de un ciclo continuo de transformación. La meta es alcanzar la paz interior y la plenitud viviendo en equilibrio con el ritmo del universo, en lugar de resistirlo o intentar controlarlo.
