El estrés y la ingeniería

Muchas veces, a la hora de entender un problema psicológico nos encontramos ante distintos símiles o metáforas. De todos los modelos teóricos sobre el estrés, (del griego stringere, que significa «apretar»), el más curioso es el que establece una analogía entre la resistencia de los materiales y el ser humano, es decir entre el estrés y la ingeniería. Este modelo es una analogía basada en la ley de elasticidad de Hooke .
Esta ley física describe como las fuerzas producen deformación en los metales. La principal idea de la ley de Hooke es que el estrés (la carga o ≪demanda≫ que se ejerce sobre el metal) produce deformación del metal. La ley establece que si la deformación producida por un determinado estrés cae dentro de los limites de elasticidad del metal, cuando el estrés desaparece el material retorna a su estado original.
Sin embargo, si la deformación sobrepasa dichos limites, entonces aparecen daños permanentes. Por analogía con los sistemas físicos, se entiende que la gente posee también unos ciertos limites de tolerancia al estrés (como fuerza externa), pudiendo variar de unos individuos a otros. Por encima de tales limites el estrés empieza a hacerse intolerable y aparecen los daños fisiológicos y/o psicológicos. Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los EEUU , se incluyen:
- Presión arterial alta
- Insuficiencia cardíaca
- Diabetes
- Obesidad
- Depresión o ansiedad
- Problemas de la piel, como acné o eczema
- Problemas menstruales
- Diarrea o estreñimiento
- Mala memoria
- Dolores y achaques frecuentes
- Dolores de cabeza
- Falta de energía o concentración
- Problemas sexuales
- Cuello o mandíbula rígidos
- Cansancio
- Problemas para dormir o dormir demasiado
- Malestar de estómago
- Uso de alcohol o drogas para relajarse
- Pérdida o aumento de peso
En cualquier caso un periodo de estrés es totalmente normal en el ser humano, es una forma de adaptación al ambiente. De esa manera hemos conseguido evolucionar como seres humanos. El problema es cuando nos quedamos estancados en esa fase. Cuando los síntomas se prolongan durante al menos 6 meses, podemos encontrarnos ante un posible trastorno de ansiedad generalizada y podría requerir tratamiento psicológico.
Fuente: Manual de psicopatología. McGrawHill
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