Si alguien te enfada te domina

enfada

Siempre acusamos a los demás de nuestro estado de ánimo y de enfadarnos, pero si te paras a analizar, no te enfadan ellos, te enfadas tú. La decisión es tuya (aunque inconsciente) y si alguien te enfada te domina.

¿Por qué alguien te domina cuando te enfadas?

Cuando algo no ha sucedido como queríamos o alguien no ha respondido como esperábamos, cuando nos ha molestado el comportamiento de una persona o lo que nos ha dicho, solemos decir lo que sentimos con palabras como “me has hecho enfadar”, “me has hecho daño”, entre otras frases.

Si nos paramos a reflexionar sobre ello y decidimos profundizar, la traducción de nuestros mensajes viene a ser algo tal como “tú eres el culpable de cómo me siento”, “tú eres el responsable de que yo esté así” o “tú me has perjudicado”. Es decir, yo estoy mal por tu culpa.

No le des el poder sobre ti a los otros

Si alguien nos molesta es porque le hemos dado el permiso para lograrlo, en realidad cuando alguien nos enfada, lo que en el interior se oye es“lo que tú piensas sobre mí, es más esencial que lo que yo pienso sobre mí”. Piénsalo.

El budismo y el enfado hacia los demás

Aunque lo que me daña es el palo,
me enfado con quien lo maneja y me golpea.
Pero éste a su vez ha sido incitado por su enfado;
debería, pues, enfadarme con su enfado.

Shantideva, “La práctica del bodhisattva o Guía de las obras del Bodhisatva”.

En estos casos, la responsabilidad de cómo nos sentimos, la dirigimos hacia los demás, es decir hacia afuera. Por lo que dependiendo de los demás, así nos encontraremos nosotros. Resulta que en vez de tomar el control de nuestros sentimientos, de dirigirnos hacia dentro y afrontar la responsabilidad de lo que sentimos, otorgamos el poder o el consentimiento a los demás. Porque ninguno te enfada sin tu comprensión ¿o no?

Es cierto, que asumir todo el peso que conlleva un enfado o una molestia es algo complicado y que cuesta. Más si estamos acostumbrados a poner nuestro foco fuera. Sigue siendo más sencillo, culpar a la otra persona y que sea el quien tenga que ver con nuestro enojo, que nosotros mismos, pero así nunca conectaremos con nuestro interior.

Si no aceptamos el regalo, seguirá siendo de la otra persona.

En ocasiones, echar balones fuera o culpar a los demás de cómo nos sentimos sucede porque nos encontramos movidos por nuestro ego. A modo de resumen consiste en identificarnos con lo que tenemos, lo que hacemos y cómo nos valoran. Una vez que hacemos ir el ego y lo hemos dejado en otro sitio, empezamos a tomar más responsabilidad tanto de nuestra mente y comportamientos, como de nuestras emociones, y ninguno nos hará daño. Porque consideramos que aquello que somos está mucho más allá de los bienes materiales, nuestros actos o de la opinión ajena. Para ello podemos ayudarnos pensando que cuando alguien nos insulta o hace algo que no nos gusta es como si nos estuviera ofreciendo un regalo.

Si no lo aceptamos, el regalo seguirá siendo del individuo, mientras que si lo aceptamos lo recogeremos. En última instancia, la decisión será nuestra.

Maneras de evitar que alguien te domina por tu enfado.

Las situaciones tensas son muy incómodas pero inevitables. En cualquier lugar, ya sea entre familia, con amigos, en el trabajo, estudio o en la vía pública, pueden surgir momentos tan estresantes que nos generan muchas emociones. Sin embargo, es importante dominar estas situaciones y no dejar que nos afecten emocionalmente.

Bromear.

—¿Tienes wi-fi?
—Sí.
—¿Y cuál es la clave?
—Tener dinero y pagarlo.

El humor siempre contribuye a disminuir el estrés generado en una situación. Dependiendo de la situación que se haya generado, el humor puede referir a un chiste o a un comentario dentro del contexto con un tono humorístico. Es importante siempre intentar adaptar el humor a la situación, para que no se perciba como una falta de respeto o de concentración.

Respirar hondo.

«1…2…3…4…5…6…7…8…9…10» La respiración es esencial para que cada individuo pueda curar el estrés y la tensión en momentos complicados. Puedes intentar respirar hondo hasta 10 veces. Pero toma todo el aire que puedas hacia tus pulmones. Estos ejercicios te ayudarán a disminuir los efectos de la tensión en tu cuerpo y mente. Lentamente, sentirás que la sangre volverá a su presión común, el corazón volverá a latir a un ritmo moderado y la transpiración irá desapareciendo. En tu mente, comenzarás a ver todo más calmado y simple.

Limitar tu preocupación.

«Que la vida es corta. Y que hay muchas otras cosas aparte de preocupaciones.»

Es inevitable preocuparnos luego de una situación tensa. Muchas veces, nuestro patrón de preocupación es un círculo vicioso, comenzamos por preocuparnos por la situación. Luego pensamos en lo mucho que estamos preocupados y finalmente nos preocupamos sobre nuestra preocupación y el efecto que esto genera en nuestro cuerpo y mente. Para salir de esta enredadera, es importante limitar la preocupación y planificar el momento del día que dedicaremos a ello. Aunque parece ser una solución un tanto fría, es lo mejor para evitar que el sentimiento de estrés se incremente. Procura dedicar 20 minutos por día a pensar en la situación que te generó el estrés. Después de los minutos, vete de estos pensamientos y dejarás de obsesionarte con la preocupación.

Tomar una posición objetiva.

«La mente tiene motivos que la razón no comprende.»

La tensión muchas veces se incrementa cuando aparecen emociones ilógicas, exageradas o extremas. Por ejemplo, en tu trabajo, cuando tenemos una mala noticia acerca nuestro rendimiento, de una vez creemos que vamos a ser despedidos. Sin embargo, en la mayoría de las veces este no es el caso y nuestra impresión sobre lo que sucederá es fruto de nuestras emociones. Para evitar que esto suceda es importante intentar posicionarnos lejos de la situación, algo así como mirarla de afuera. Si te cuesta lograrlo, intenta imaginar que eres una mosca que está observando la situación desde su cómodo espacio en la pared. Luego pregúntate si la magnitud de tus emociones se corresponde realmente a la situación.

Pensar en algo positivo.

El positivismo es una de las principales técnicas que tenemos para luchar contra el estrés. En las actividades más mínimas, el positivismo ayuda a que nuestra mente se llene de buenas emociones. Los comentarios como «esto es horrible», «me quiero ir», «qué incómodo» alimentan nuestras emociones de negativismo y no nos dejan avanzar más allá de la tensión. Intenta siempre mantener un diálogo, aunque sea interno, positivo. A pesar de ser difícil, intenta siempre destacar algo positivo de la situación o de imaginar una situación peor de la actual. También, puedes pensar en imágenes positivas, algo que te haga sonreír.

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