La empatía y el altruismo

La empatía y el altruismo

En la era del correo electrónico, los ordenadores, las frecuentes mudanzas y las ciudades dormitorio, la balanza se aleja cada vez más de la percepción automática y exacta del estado emocional de los demás en cuya ausencia es imposible la empatía. Las distancias sociales y virtuales que caracterizan a la vida han generado una anomalía que hoy en día consideramos normal. Y esa distancia impide el desarrollo de la empatía, sin la cual es imposible el altruismo. (Daniel Goleman -Sobre la empatía y el altruismo)

La empatía y el altruismo

La empatía y el altruismo son dos de las cualidades que se cultivan mediante la practica de la meditación. Siendo uno de los mayores objetivos a alcanzar. Es por esto, que nos interesa saber todas las novedades que aporta la ciencia al respecto. Vamos a comenzar por las definiciones:

Empatía

La empatía es la capacidad de comprender o sentir lo que otra persona está experimentando desde su marco de referencia, es decir, la capacidad de situarse en la posición de otro. Las definiciones de empatía abarcan una amplia gama de estados emocionales. Los tipos de empatía incluyen la empatía cognitiva, la empatía emocional (o afectiva) y la empatía somática

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Altruismo

El altruismo es el principio y la práctica moral de la preocupación por la felicidad de los demás seres humanos o animales, lo que resulta en una calidad de vida tanto material como espiritual. Es una virtud tradicional en muchas culturas y un aspecto central de varias tradiciones religiosas y visiones seculares del mundo, aunque el concepto de «otros» hacia los que debe dirigirse la preocupación puede variar entre culturas y religiones. En un caso extremo, el altruismo puede convertirse en sinónimo de desinterés, que es lo opuesto al egoísmo.

Empatía y Altruismo a examen por la revista Science

La revista Science acaba de publicar una investigación acerca de los motivos que nos llevan al altruismo, gracias a un trabajo de unos investigadores de la Universidad de Zurich.

El deseo de «procurar el bien de los demás», como se define este comportamiento, puede estar promovido por la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar del otro) o por la reciprocidad (sentirse en la obligación de devolver un favor). Y al parecer, ambos casos tienen una rúbrica diferente en el cerebro, que permite incluso hacer predicciones sobre este comportamiento. Además han averiguado que el cerebro de las personas egoístas funciona de forma diferente al de los altruistas.

En todos los casos, las regiones que se activan son las mismas. Y lo que varía es la forma en que se conectan entre ellas. Cuando la razón del altruismo es la empatía, o capacidad para ponerse en lugar del otro, se establece una conexión entre la corteza cingulada anterior y la ínsula anterior. Estas dos estructuras están relacionadas con la motivación y la percepción de las sensaciones procedentes del propio cuerpo. La ínsula se considera además un puente entre la representación de las acciones y la emoción que esa representación nos produce, algo que está en la base de la empatía.

Sin embargo, cuando el motivo del altruismo es la reciprocidad, o la intención de devolver un favor recibido, la conexión entre la ínsula y la corteza cingular es más débil. Y en este caso, además, entra en juego una tercera zona, el estriado ventral, que forma parte del sistema de recompensa del cerebro. En otras palabras, la forma en la que esas regiones se comunican cambia dependiendo de los motivos que nos llevan a ser altruistas.

Mediante resonancia magnética funcional, los investigadores de Zurich han podido observar que los motivos que impulsan al altruísmo son diferentes en las personas egoístas y en las prosociales, las que están dispuestas a hacer cosas para beneficiar a los demás. De forma que, para predecir el comportamiento, sólo hay que mirar qué redes neurales se activaban en el cerebro, según han asegurado los investigadores:

«Nuestro trabajo muestra que los distintos motivos tienen una representación neurofisiológica diferente en el cerebro. Aunque tanto la empatía como la reciprocidad incrementan la frecuencia de los comportamientos altruistas en la misma cantidad, cada uno está asociado con un patrón diferente de conectividad cerebral que hace posible predecir los motivos con una precisión elevada».

«Pudimos predecir los motivos que indujeron el comportamiento en cada sujeto basándonos en los datos obtenidos no de su propio cerebro, sino del cerebro de otros participantes. Esto significa que el patrón de conexiones específico de cada motivo [empatía o reciprocidad] es similar en todos las personas».

Para llegar a estas conclusiones, los participantes se dividieron en dos grupos. En uno observaban cómo otra persona recibía descargas eléctricas dolorosas, provocando con ello una respuesta empática en el participante (empatía). En el otro grupo, los participantes veían cómo otra persona daba parte de su dinero para salvarle de recibir calambres, lo que suscitaba un deseo de devolverle el favor (grupo reciprocidad).

Este estudio podría tener una aplicación en los casos de comportamiento antisocial, resaltan los psicólogos Sebastian Fluth y Laura Fontanesi, de la Universidad de Basilea, que analizan el estudio en otro artículo de «Science». Y permitiría decidir si se deben promover la empatía o la reciprocidad para mejorar los comportamientos altruistas en las personas con pocas habilidades prosociales.

Fuente: http://www.abc.es/ciencia/abci-descubren-motivos-ocultos-cerebro-llevan-altruistas-201603040754_noticia.html

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