El niño interno
La primera vez que leí sobre el niño interno fue gracias al psicólogo y escritor Bernabé Tierno. En uno de sus libros recomendaba ver a través de las personas que nos molestaban e imaginarlas como un niño interno que sigue quejándose en su interno.
Esta técnica es muy saludable, puesto que la psicología ha analizado cientos de casos de personas, gracias a los estudios longitudinales, a lo largo de sus vidas. La mayoría de las niños que habían tenido una relación afectiva deficiente con sus padres mostraban una manera difícil de relacionarse con sus semejantes en la edad adulta.
Pon un bosque en tu vidaGracias a estos estudios podemos extrapolar los resultados a nuestra propia vida. ¿Está ese pequeñín o esa pequeñina que vive dentro de nosotros quejándose? Sabemos que los niños tienden a protestar muy habitualmente, es su manera de expresar que ellos también son personas, aunque a veces no sepan ni lo que quieren. El cerebro del niño no es como el nuestro.
Pero en nuestra edad adulta esa queja ya no es adaptativa, por lo que debemos deshacernos de ella. Hay personas que esa queja la llevan a su día a día y siguen comportándose igual. Que si hace mucho calor o mucho frío. Que si fulanito es un maleducado. Que si trabaja mucho y cobra poco... etc.
Pero una gran mayoría tiene esa queja de forma silenciosa, en el inconsciente de cada uno. Son pensamientos rumiantes, heridas no curadas y emociones no procesadas. Todos estos factores afectan directamente a nuestra calidad de vida y, por ello, es de vital importancia enfocar en ellos la luz de nuestra conciencia para poder superarlo.
Ejercicio con el niño interno
Existe un ejercicio para las personas que han tenido una infancia infeliz:
Visualízate con 8 añitos. A esa edad todavía no comprendes el mundo, de hecho no comprendes casi nada del mundo de los mayores. Solo sabes que en casa te sientes seguro o, al menos, así debería ser. No existe nada más reconfortante que el afecto de tus padres. Pero puede que sea eso exactamente lo que te faltó. Para ello vamos a trabajar de la siguiente forma:
Antes de dormir, abraza a ese niño. Escúchalo, déjalo hablar... quizás necesite desahogarse puesto que no tuvo oportunidad cuando era pequeño. Dile que todo irá bien. Éxplicale que él no es culpable de nada, sino todo lo contrario. Dile que siempre estarás ahí para ayudarle, para aconsejarle y para abrazarle. Que tu amor siempre lo protegerá.
El lugar seguro
La mayoría de las veces, cuando una persona con una infancia dificil trata de procesar emociones, como ocurre en el EMDR, sentirá sensaciones muy desagradables. Para ello lo más positivo es ir a un psicólogo especialista en esta técnica para que le ayude. De todas formas se puede trabajar en la técnica del lugar seguro.
El lugar seguro es un lugar ficticio o real dónde te sientes realmente bien. Las personas que lo han pasado mal pueden encontrar dificultades para imaginar ese lugar seguro, por lo que pueden usar la imaginación. Las preguntas para afianzar ese lugar pueden ser:
¿Dónde te encuentras?
¿Con quién estás?
¿Qué oyes?
¿Qué sientes?
¿Qué ves en este momento?
Utilizando un recuerdo asociado a nuestras sensaciones podemos afianzar mucho más el recuerdo. Podemos meditar en el lugar seguro todas las veces que podamos, así cuando trabajemos en el niño interno, podemos trasladarnos a ese lugar seguro para sentirnos a salvo cada vez que sintamos alguna perturbación interna.
Rutina del niño interno
Prueba a repetir esta secuencia:
El primer día:
Escribe cómo te sientes. Las sensaciones que tienes cuando piensas en tu yo de pequeño. En ese niño interno que sigue dentro de tí.
Durante una semana trabaja en crear tu lugar seguro, de la manera que hemos descrito anteriormente.
La segunda semana, divídela en dos partes cada día:
De noche, háblale a tu niño interno.
De día, trata de trasladarte a esos momentos difíciles de tu infancia para poder procesarlos adecuadamente, posteriormente, vuelve al lugar seguro hasta que te sientas totalmente en paz.
La tercera y cuarta semana continúa con el ejercicio de la semana anterior pero, además, trata de ver en los demás su niño interno, sobre todo cuando se muestren enfadados o se quejen.
Prueba durante un mes y después vuelve a escribir tus sentimientos y contrástalos sobre los anteriores. ¿Ha mejorado tu sensación? ¿Qué te dice ahora tu niño interno?
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