La cuarentena y el libro rojo de Jung

cuarentena y el libro rojo
Índice
  1. Entrevista a Alessandro Frezza autor de "el Capitán y el Mozo"
  2. Alessandro Frezza "El capitán y el mozo"

En plena época de Fake News y gracias a los lectores, cuyos comentarios permanecen abajo, alertaron de que el texto que reproducimos en este artículo, no pertenece realmente al libro rojo de Carl Jung, sino que es un relato de un escrito italiano llamado Alessandro Frezza, autor de un relato llamado "el capitán y el mozo". El autor en la siguiente entrevista que reproducimos parcialmente, cuyo link tienes al final del artículo, ha explicado el error que le ha reportado fama y notoriedad. Y no es para menos puesto que el relato, que es lo importante y no el autor, tiene un contenido brutal.

Entrevista a Alessandro Frezza autor de "el Capitán y el Mozo"

El mismo Alessandro Frezza explica la razón de la atribución errónea. "Se debe al hecho de que mi relato (en forma de canción) apareció en la página de Facebook "Libro Rojo de Jung" con mi nombre. Entonces el texto fue tomado por error por alguien que difundió la canción quitando mi nombre e insertando el de la escritura a la que estaba dedicada la página, Carl Gustav Jung. Se extendieron como un incendio forestal tanto el relato como la atribución a Jung, que llegó a 400.000 seguidores, y finalmente se convirtió en un fenómeno viral"

El diálogo entre el mozo y el capitán viene de las reflexiones de Alessandro Frezza sobre la situación actual. "Me pareció útil, en este período histórico, realizar un escrito dedicado a todas las personas en dificultad en este período. Como decían los alquimistas, te vuelves sabio cuando sacas el máximo provecho de una situación negativa, aunque estés en el suelo, elevando tu conciencia. Soy de L'Aquila, y en el período del terremoto de 2009 saqué lo mejor de lo peor que estaba pasando a mi alrededor". A Frezza le preocupa el hecho de que se atribuya el autor correcto a esta pieza tan apreciada, porque "un día me gustaría convertirme en un escritor profesional, no dedicarme a escribir libros como una segunda actividad. Siempre me quedaré con la duda de que la cita se extendió como un incendio forestal por Jung o porque fue realmente apreciada por su contenido".

Para nosotros en meditación y psicología, no hay duda, nos ha gustado tanto el relato que seguirá publicado, sea quien sea el autor. Desde aquí felicitaciones a Alessandro Frezza.

Alessandro Frezza "El capitán y el mozo"

Hemos realizado algunas transliteraciones para que se pueda entender de la mejor manera posible. El dialogo es el siguiente:

“Capitán, el chico está preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto”

“¿Qué te inquieta chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?”

“No es eso, mi capitán, no soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar mi familia”.

“¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagiado, soportarías la culpa de infectar alguien que no pueda aguantar la enfermedad?”

“No me lo perdonaría nunca, aún si para mí han inventado esta peste”

“Puede ser... ¿Pero y si no fuese así?”

“Entiendo lo que queréis decir, pero me siento privado de mi libertad mi capitán, me han privado de algo”

“Entonces... prívate aún más de algo”

“¿Me estáis tomando el pelo?”

“En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido”

“Entonces, según usted si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa más por mí mismo?”

“Así es. Lo hice en la cuarentena de hace 7 años.”

“¿Y qué es lo que os quitasteis?”

“Tenía que esperar más de 20 días en el barco. Hacía meses que esperaba poder llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia. En Port April nos prohibieron bajar. Los primeros días fueron duros.

Me sentía como vosotros. Luego empecé a contestar a aquellas imposiciones sin utilizar la lógica. Sabía que tras 21 días con un comportamiento se crea una costumbre, y en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empecé a portarme de manera diferente a todos los demás.

Por ello, empecé a reflexionar sobre aquellos que tienen muchas privaciones cada día de su miserable vida y luego, para entrar en la óptica justa, decidí vencer. Empecé con el alimento. Me impuse comer la mitad de cuanto comía habitualmente, luego empecé a seleccionar los alimentos más digeribles, para que no se sobrecargase mi cuerpo. Pasé a nutrirme de alimentos que, por tradición, habían mantenido al hombre en salud.

El paso siguiente fue unir a esto una depuración de pensamientos malsanos y tener cada vez más pensamientos elevados y nobles. Me impuse leer al menos una página cada día de un tema que no conociera. Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco.

Un viejo hindú me había dicho años antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada mañana. Creo que mis pulmones nunca habían llegado a tal capacidad y fuerza.

La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a una entidad cualquiera por no haberme dado, el destino, privaciones serias durante toda mi vida.

El hindú me había aconsejado también coger la costumbre de imaginar la luz entrar en mí y hacerme más fuerte. Podía funcionar también para la gente querida que estaba lejos y así esta práctica también la integré en mi rutina diaria en el barco.

En vez de pensar en todo lo que no podía hacer, pensaba en lo que iba a hacer una vez bajado a tierra. Visualizaba las escenas cada día, las vivía intensamente y gozaba de la espera. Todo lo que podemos obtener en seguida, nunca es interesante. La espera sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso. Me había privado de alimentos suculentos, de botellas de ron, de imprecaciones y tacos. Me había privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de estar ocioso, de pensar solo en lo que me habían quitado.

“¿Cómo acabó capitán?”

“Adquirí todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar después de mucho más tiempo del previsto.

“¿Os privaron de la primavera entonces?”

“Sí, aquel año me privaron de la primavera, y de muchas cosas más, pero yo había florecido igualmente, me había llevado la primavera conmigo y nadie nunca más habría podido quitármela”

PD. Pedimos perdón de nuevo por haber atribuido la obra erróneamente a otro autor. Gracias a los lectores Edith Lopez y Telmo.

https://www.lavanguardia.com/participacion/lectores-corresponsales/20200410/48398730783/analisis-fake-news-pandemia-covid-19-caso-bulo-carl-jung.html

Entrevista a Alessandro Frezza

https://libreriamo.it/libri/alessandro-frezza-parla-lautore-del-brano-erroneamente-attribuito-a-jung/

Mira también:
  1. Telmo dice:

    Hola! , ¿En qué capítulo del Libro Rojo de Jung está esa historia ? Gracias !

    1. Edith Lopez dice:

      No esta en el libro rojo... es de un escritor italiano llamado Alessandro Frezza y se llama El Capitan y el mozo

  2. Reconocido el error y subsanado en la página. Muchas gracias!

  3. Sylvia dice:

    Una maravilla, esa es la forma de atreverse al cambio, en medio de lo que son obstáculos, quiebre de los sueños y planes, llenar los vacíos con cosas nuevas. Y así se produce el famoso milagro de dejar ir para hacer lugares donde entren cuestiones postergadas desde siempre. Es tal cual, ponerse la primavera al hombro.

    1. Muy bonita tu reflexión Sylvia, muchas gracias.

  4. Vilma Jauregui dice:

    Hoy tengo claro a quien pertenece este articulo que recibí hoy...
    Voy a leer más a Alessandro Frezza.

    1. Me alegro Vilma, tuve que rectificar y darle todo el crédito a Alessandro Frezza puesto que el cuento es precioso y merece saberse su autoridad. Gracias por leernos y dejar tu comentario.

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